1. Los tipos calientes tienen más confianza en Grindr que en la vida real.
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Los chicos realmente atractivos son bastante tímidos cuando se acercan a la gente porque, según las noticias, nunca tienen que acercarse a nadie. Un chico sexy puede entrar a una habitación e inmediatamente todos (incluidas las damas que trajimos con nosotros) lo quieren. Pero en línea, sale su bestia interior.
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Los chicos guapos se convierten en el alma de la fiesta porque *zumbido zumbido* sus teléfonos funcionan a mil por hora. Sus fotos de perfil atrajeron a hombres desde Mumbai, y pueden elegir con quién hablar en sus propios términos con menos ansiedad de la que tendrían en un lugar público. Su personalidad digital termina siendo mucho mejor que su personalidad real, aunque no te das cuenta hasta más tarde.
2. Todos los chicos gay están cachondos.
El 99,9 por ciento de nosotros hemos descargado al menos Grindr, pero es demasiado extraño e incómodo para admitirlo. Por lo general, escondido cuidadosamente detrás de la página de una página en nuestros iPhones, todavía provoca sentimientos vergonzosos. Algunos tipos lo eliminan y luego lo resucitan cada dos días.
Pero todos tenemos que admitir que nos ha recordado lo cachondos que estamos todos. Grindr es simplemente un reflejo digital de cómo los hombres homosexuales piensan el uno del otro en la vida real. Se ha convertido en una plataforma para mostrar nuestros verdaderos colores; si eso es algo bueno o malo todavía está en el aire.
3. Hemos traído el botón «bloquear» a nuestras vidas reales.
Afrontémoslo, quedar bloqueado daña tu ego como ningún otro. Pero cuando somos nosotros los que bloqueamos, está bien. Parece que hemos traído la opción de «bloquear» a nuestros encuentros diarios con chicos, lo cual, afrontémoslo, duele.
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Grindr no solo ha sacado a la luz la verdadera naturaleza del apetito sexual de un hombre con respecto a la raza, el peso y la edad, sino que también nos permite hablar de ello sin compasión por los demás. Cuando “bloqueamos” a las personas en la vida real, tendemos a dar la excusa, “Oh, está bien. Es solo mi preferencia, nada personal”, como si la otra persona debiera entender.
No, en realidad, solo estás siendo un imbécil.